La mediación es un método que puede utilizarse para resolver problemas, conflictos o divergencias entre distintas partes enfrentadas. Se utiliza como alternativa a la resolución de conflictos por el juez, ya que son las partes las que con ayuda de un mediador y a través de un diálogo constructivo las que encontrarán la mejor respuesta a su problema.
El mediador es una persona neutral pero a diferencia del juez no impone una solución, sino que ayuda a resolver el problema con la participación de todos sus protagonistas.
Especialmente es eficaz en las situaciones de crisis familiares, separaciones y divorcios, para regular el régimen de guarda y custodia de los hijos menores, las visitas, la atribución e la vivienda familiar, los alimentos, etcétera, en los repartos de herencia o las divisiones de cosa común, en los desahucios por falta de pago o en las mediaciones hipotecarias, en el campo de las relaciones comerciales entre empresas, en las organizaciones o en las comunidades de propietarios, por poner algunos de los ejemplos más importantes.
La ventaja que tiene es que se abaratan mucho los costes, se agiliza la solución, y las partes no sufren el desgaste emocional que conlleva el pleito, pero lo más importante es que la respuesta va a ser satisfactoria para todos. Eso sí, si no lo conseguimos siempre estamos a tiempo de que un juez finalmente dicte una sentencia, ya que no cierra en ningún caso la vía judicial.
El acuerdo obtenido en un proceso de mediación tendría la validez de un documento privado firmado por las partes, pero puede protocolizarse en una escritura pública, si se quieren tener las mayores garantías. También es posible que una vez que se haya comenzado un procedimiento judicial, éste finalice con un acuerdo de mediación, que podrá ratificarse por el juez competente, con los mismos efectos que una sentencia firme.
Encontrar un buen profesional es la clave para que todos ganen y encuentren respuesta a sus intereses.